QUÉMALO
En 1977, MIENTRAS YACÍA EN su lecho de muerte en un hospital suizo, Vladimir Nabokov trabajaba sin descanso en un manuscrito que hoy conocemos como El original de Laura (Morir es divertido). En él, Nabokov parecía ensayar su propia muerte al imaginar el final de su protagonista: un neurólogo llamado Philip que trata de provocar su fallecimiento a través de la meditación, declarando este proceso como “el mayor éxtasis que al hombre le ha sido dado a conocer jamás”. Nabokov decía tener el manuscrito prácticamente completo en su mente, pero a sus 78 años, y cada vez más débil a causa de una infección pulmonar, no logró ir más allá de un borrador inicial que escribió en fichas de notas. Aun así, fue capaz de nombrar a su mujer Véra como su albacea literaria, encomendándole la misión de destruir el manuscrito si este quedaba incompleto a su muerte.
Era lógico asumir que ese había sido el destino de la obra. No obstante, el “inconmensurable amor” de Véra –en palabras de su único hijo, Dmitri– evitó que destruyese el manuscrito. Así, tras la muerte de su madre en 1991, esta responsabilidad recayó sobre Dmitri, que permitió que en 1999 se publicasen dos extractos en un diario de Nabokov antes de que en 2009 el manuscrito en su totalidad viese la luz de la mano de la, en una ocasión Véra le arrebató un borrador de de las manos cuando Nabokov se dirigía quemarlo en un incinerador por miedo a lo que el público pudiese pensar de su peculiar obra maestra.
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