LA VILLA HOMÓNIMA DE BORSANI
CUANDO VISITABA A SU FAMILIA a principios de los años 80, Tommaso Fantoni se dedicaba a correr por el jardín de la villa que su abuelo, el diseñador y arquitecto Osvaldo Borsani, había construido en 1945.
Tommaso y Giacomo, su hermano mayor, organizaban carreras en bicicleta por los senderos de piedra ocultos tras el elevado muro cubierto de hiedra que resguardaba la finca de la avenida principal de Varedo, una localidad situada a 20 minutos al norte de Milán. Los hermanos solían nadar en una pequeña piscina que descansaba junto a la austera casa de ladrillo recubierta de estuco y coronada con tejas planas. Los rayos de luz se filtraban a través de las ventanas de cuatro metros de altura de la sala de estar, alumbrando tanto las formas geométricas de los suelos de parqué como los modernos muebles angulares diseñados por su abuelo y la imponente chimenea de cerámica que había esculpido el artista Lucio Fontana, amigo de Osvaldo.
El cabeza de familia no solía estar allí para presenciar cómo jugaban sus nietos; a pesar de tener más de 70 años y de encontrarse a punto de culminar una trayectoria
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