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INSTINTO NATURAL

UNO PUEDE (Y HASTA DEBE) hacer de todo en esta vida menos intentar luchar contra la popia esencia. Lo que uno es debe exteriorizarse, dejarse fluir y asumir las consecuencias de poseer una u otra estimativa. A veces, el resultado es bueno; otras, no tanto. En el caso del artista multimedia y modelo David Alexander Flinn (Nueva York, 1987) no podía tener un veredicto mejor: la naturaleza se manifiesta en todos los aspectos de nuestra existencia, también la suya, desde los instintos hasta las emociones. Y, claro, para crear arte se necesita recurrir a lo más preciado que tenemos, las raíces, que pueden llegar a nosotros en forma de emociones o desde la propia tierra. La doble vía también es bien recibida. Como en el caso de este artista, quien, tras una breve estancia en un gran estudio de Williamsburg, decidió trasladar poco a poco sus pertenencias a una casa familiar situada en Long Island: “Cuando mi abuela falleció, nos dejó una casa en las afueras. Solo se usaba en verano y nadie quiso pasar tiempo en este sótano de hormigón oscuro; así que, lo desmonté, lo reformé y lo limpié. Lo convertí en un estudio satélite para mí”, confiesa Flinn desde su retiro particular. Inmerso en la naturaleza, tiene acceso a todos los paisajes,

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