LA ESCAPADA
DÍA DOS
Demasiado atún
2:47 a. m. Llego temprano a Tsukiji, el mercado de productos marinos más grande del mundo, para asistir a la subasta de atún cuyas elevadas pujas empiezan a las 5:30 a.m. y solo permiten 120 visitantes. Tsukiji (se pronuncia ski-yi) atrae 40000 compradores al día, pero no es una atracción turística: los montacargas avanzan por callejones estrechos y, de hecho, uno de los comerciantes nos hace una seña obscena, el símil japonés de “¡fuera del paso!”. Me cuentan sobre el atún más caro que se ha vendido: un rojo de 1.76 millones de dólares, en 2013. A las 5:20 a.m. vamos a un hangar donde compradores examinan el pescado. Es como la Bolsa de Nueva York: suena una campana y todos empiezan a gritar números y vociferar en sus celulares. ¿Cuál jet lag?
P: ¿Por qué el rudo de Tommy Lee Jones llora en ese anuncio japonés del café Boss?
11:32 a. m.
El ronroneo perfecto
El sistema ferroviario de Tokio es una maravilla de eficiencia y a precios asequibles, en una ciudad donde los taxis son escandalosamente caros. Tomo la línea Chiyoda hacia la parada Meijijingumae –en el camino veo a un hombre de negocios con su maleta Samsonite y su funda para celular de Hello Kitty– y me dirijo al barrio de Harajuku, alguna vez el epicentro de la moda que hicieran suya Gwen Stefani y otros. Hoy es el mejor lugar para observar a la gente: los
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