QUEBEC
La provincia más oriental de Canadá presume encantos naturales y urbanos que se disfrutan tanto en los días más gélidos como en los más calurosos. Un recorrido veraniego entre las montañas Laurentinas, al norte de Quebec, y Montreal, la ciudad más poblada de la provincia, nos invita a experimentar la joie de vivre québécois desde una perspectiva distinta, lejos del frío y las temperaturas bajo cero.
CAPÍTULO 1
DE NATURALEZA Y DOSIS ALTAS DE ADRENALINA
Montañas salpicadas de lagos, ríos y villas anuncian nuestra llegada a las Laurentinas, una región con 22 000 kilómetros cuadrados emplazada en el norte de Montreal, a menos de una hora en automóvil desde el aeropuerto Pierre Elliott Trudeau.
Sobre la Ruta 117, una vereda flanqueada por árboles y follaje espeso nos conduce hacia Auberge du Lac Morency, en el municipio de Saint-Hippolyte, un lodge rústico y acogedor que, además de hospedaje, ofrece actividades al aire libre. Así, a bordo de una jeep de Adventures Plein Air –empresa contigua al parador–, nos adentramos en la montaña por caminos pedregosos y profundas fosas de lodo hasta llegar a un mirador natural que regala una panorámica del lago Morency y su peculiar forma de pez.
Siempre me había preguntado qué hacen los husky siberianos durante el verano, cuando no, un tipo de senderismo donde no eres tú quien pasea al perro sino al revés.
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos