EL MURO UNA CICATRÍZ DE LA GUERRA FRÍA
raderas extensas brillan hasta el horizonte, donde se elevan colinas violetas al amanecer. A cada tanto emergen sobre los predios balas de paja, enormes y redondas, que de tan amarillas y repetidas crean un efecto cinético contra el verde de la llanura. Una trocha traza una diagonal en el paisaje. Dos enamorados pasan a toda marcha en bicicleta. El aire fresco se impone y por un instante uno se cree en la campiña lejana, pero estamos a las afueras de la metrópoli. Es un cuadro soñado para escapar de la barahúnda urbana, pero que no muestra nada del pasado aterrador que se vivió en este lugar: hace apenas 30 años, esta era una zona de muerte.
Entonces pasaba por aquí la sección más palpable de la Cortina de Hierro: 160 kilómetros de concreto en torno a la parte occidental de la capital alemana. La urbe flotaba como una isla en los mares convulsos del comunismo: el infame Muro de Berlín dividió no solo la ciudad y el país, sino el mundo entero, durante casi tres décadas.
MAUERWEG
Hoy en su lugar está el Mauerweg (Camino del Muro), una ruta segura y bien señalizada que sigue el trazado exacto por donde pasaba la frontera entre los dos Berlines. Se puede hacer a pie, pero nosotros la recorrimos en el trasporte predilecto de Alemania: la bicicleta. Iniciamos el viaje en el vibrante barrio de Wedding. Sobre la Müllerstraße, entre las
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