Después del agua, el concreto es la sustancia más utilizada en la Tierra. El problema de esa realidad es que la industria cementera es una de las más contaminantes del planeta. En términos prácticos, si el sector del cemento fuera un país, sería el tercero con más emisiones de dióxido de carbono (CO2) con unas 2,800 millones de toneladas emitidas anualmente. Solo lo superarían China y Estados Unidos. 
Paradójicamente, aunque este material nos protege del clima, al ayudar a construir hogares y refugios, es en parte responsable de magnificar su crisis. Su producción es responsable de emitir el 8% de todo el CO2 a nivel global. 
Ante esto, la Asociación Global de Cemento y Hormigón, de la cual forma parte Cemex y que representa 80% del volumen mundial de la industria cementera fuera de China, trazó un mapa de acciones hacia 2050 para reducir el impacto ambiental de su industria.
En particular, Cemex se ha puesto un objetivo claro: lograr cero emisiones netas de dióxido de carbono para el 2050. El objetivo fue planteado en 2020 bajo un programa llamado Futuro en Acción mediante el cual busca desarrollar productos, soluciones y procesos bajos en emisiones. 
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