Descubre este podcast y mucho más

Los podcasts se pueden disfrutar de forma gratuita sin necesidad de una suscripción. También ofrecemos libros electrónicos, audiolibros y mucho más por solo $11.99 al mes.

219 - Salò o los 120 días de Sodoma -Pasolini- La gran Evasión.

219 - Salò o los 120 días de Sodoma -Pasolini- La gran Evasión.

DePodcast de La Gran Evasión


219 - Salò o los 120 días de Sodoma -Pasolini- La gran Evasión.

DePodcast de La Gran Evasión

valoraciones:
Longitud:
60 minutos
Publicado:
27 mar 2019
Formato:
Episodio de podcast

Descripción

El semiólogo francés Roland Barthes escribió en su defensa de “Salò o los 120 días de Sodoma”, atacada por los defensores de la moralidad y las buenas costumbres en los años setenta, que es aquella una película “insustituible, fascinante y difícilmente asimilable”. La última obra de Pier Paolo Pasolini entrecruza dos referencias difícilmente homologables, como son la novela del Marqués de Sade “Las 120 jornadas de Sodoma o La Escuela del Libertinaje”(1785), y el acontecimiento histórico de la República de Salò (1943-1945), uno de los episodios más oscuros de la Historia italiana.
La transcripción de la obra de Sade es prácticamente literal: todas las aberraciones sádicas aparecen en la película explícitamente, mostradas con una frialdad documental. La desmesura del libertinaje se somete a un juicio riguroso: el juicio implacable del encuadre cinematográfico, en composiciones en gran plano general, con un punto de vista alejado y distante, o con el formato televisivo objetivizador del “busto parlante”, cuando las relatoras toman la palabra para describir toda clase de perversiones “con todo lujo de detalles”, como recuerda el Presidente al comienzo de la primera jornada. Parece que Pasolini hace suya esta premisa sádica: presentar las situaciones “con todo lujo de detalles”.
Ahora bien, y aquí está la clave de la adaptación: mientras que en el universo sádico, estas detalladas relaciones (o relatos), están destinadas a excitar la fantasía de los libertinos, Pier Paolo Pasolini no filma las imágenes al estilo del Marqués de Sade, sino como lo hubiera hecho Bertold Brecht. Todo es teatralidad (no en vano, se considera a Sade como precursor del “Teatro de la Crueldad”), todo es artificio, falsedad, tedio; todo es disfraz e impostura en el mundo cerrado sobre sí mismo que es la lujosa villa en la que se recluyen los fascistas con las relatoras, el grupo de adolescentes y los sirvientes. El mundo, así pues, es todo imagen y representación, pues las costumbres, también roles de verdugos y de víctimas, se enseñan, se aprenden, o mejor dicho, se imponen por la fuerza coercitiva del poder.
En la película de Pasolini, por tanto, tan prolija en detalles escabrosos mostrados sin ningún tipo de censura (desde violaciones colectivas hasta cropofagia), no hay simbolismo posible. Estas imágenes no representan nada, no remiten a otra cosa; tampoco no hay metáforas, no hay metonimias, no hay juegos de doble sentido. Todo es, literalmente, lo que parece. Tampoco se demuestra nada: simplemente se muestran los hechos en toda su crudeza. De ahí el escándalo que produce. Es esta una película abyecta, pero no en el sentido de “abyección” que criticó Jacques Rivette en su célebre artículo sobre “Kapo” de Gillo Pontecorvo. No. En “Salò” no hay embellecimiento, no hay retórica, no se representa nada de forma estilizada o subrayada. El metraje es obsceno en grado superlativo. Esto es: “ob”, lo que se arroja delante, enfrente, ante nosotros, en la “scena” que vemos con nuestros propios ojos. Como sucede en el chiste de la chica que sorprende a su novio mirando una película pornográfica, no se puede poner el acento en la expresividad de un “travelling” ni en la calidad de la iluminación. En la “imagen-obscena” la desmesura es tal que el contenido devora toda pretensión expresiva o retórica. Ya no se puede no mirar.
Pero es que Pasolini va todavía más allá: prescinde de la retórica por completo. El cineasta tan sólo nos autoriza a elaborar una alegoría a partir del “collage” o montaje que consiste en convertir a los libertinos dieciochescos de Sade en fascistas, quienes enseñan a los jóvenes no ya el libertinaje, sino que imponen a estos adolescentes abrazar la maldad en su máxima desmesura. Esa alegoría no es, pues, una premisa, sino un resultado, pues resulta ser una interpretación que debe formular el propio espectador, si es que tiene valor suficiente como para terminar de ver la película completa. Es por ello que, con Barthes, consideramos “Salò” como u
Publicado:
27 mar 2019
Formato:
Episodio de podcast

Títulos en esta serie (100)

La Gran Evasión, tu programa semanal sobre cine emitido desde Sevilla. Un puñado de tipos apasionados por el cine comentan y analizan viejas películas en animada tertulia.