Era un muchacho de familia noble, con herencia, y siendo el primogénito decidió, gracias a sus directores espirituales y especialmente a San Juan Bosco, unirse a la Sociedad Salesiana, volviéndose sacerdote, rechazando su linaje real y todos los beneficios que le tocaban por derecho. Después de un año de ordenarse murió, debido a la delicada salud con la que vivió toda su vida, aunque su enfermedad no le impidió caminar según la llamada de Dios, mostrando siempre, especialmente cerca de su muerte, excelentes ejemplos de santidad.