En medio de estas circunstancias de aislamiento, cada una de las familias representadas en esta iglesia local, hemos tenido que tomar decisiones. Han ocurrido cambios que no llegamos a esperar que sucedieran, algunos es posible que estén pasando alguna necesidad, tal vez física, emocional, espiritual o económica; también hay quienes este tiempo nos ha permitido poder encontrar a Dios un poco más en intimidad. Con todo, hemos visto y sabemos que Dios es soberano en medio de todas estas circunstancias que puede parecer o ser, para algunos, apremiantes, o para otros incluso asfixiantes o tal vez para otro grupo, son los mejores, no según el estándar humano o material, sino el de Dios para beneficio del alma y nuestro corazón con Él.

No sé cuál sea su caso, pero donde usted se encuentre hoy, quiero que piense por un momento por qué está hoy así? Qué lo trajo a esta situación? Tal vez como escuchamos en otra reflexión, será que hay o habían pecados que no hemos confesado, decisiones que se tomaron en el pasado que nos está llevando a vivir como estamos hoy? O simplemente esta situación vino inesperadamente, según nuestra perspectiva, pero Dios ya sabía que iba a suceder.

Esto me lleva a reflexionar en otra situación: en este tiempo, en estos últimos años, en estos últimos meses, e incluso en estas últimas semanas y días; has estado preparado para afrontar las circunstancias que hoy estás viviendo? Has estado edificando tu casa, como ese pedazo de cielo en la tierra, cimentada sobre la roca para poder soportar las tormentas de este mundo caído, lleno de maldad y también las consecuencias de nuestras acciones? Pensemos, si hoy fuera la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo, estás listo para recibirle en las nubes?; si murieras está noche, estás preparado para enfrentar la muerte y al abrir tus ojos en la eternidad ver el trono de Cristo, donde tendremos que dar cuenta de toda obra buena y mala, de nuestra familia, esposa, hijos, trabajo, ministerio, dones, talentos y el tiempo? Si está noche, Dios te llama a Su presencia, te presentarías como un obrero aprobado que no tiene de que avergonzarse, un siervo inútil que hizo todo lo que Su Señor le pidió, y te postrarías a Sus pies presentando los galardones o coronas que obtuviste por tu servicio en este mundo por y para Tu Señor?

Hermanos, estas son preguntas en las que he meditado en estos últimos días, y debo confesar, pues Dios conoce mi corazón, que la respuesta a muchas de estas preguntas, por no decir que a todas, es que NO! No estaría preparado, y posiblemente llegaría avergonzado delante de Él, con una mano adelante y otra atrás, tal vez siendo salvo por fuego, pues mis obras de fe se quemarían al ser probadas en aquel día del Tribunal de Cristo.

Ciertamente, al examinar mi corazón y confrontar mi vida con estas preguntas, puedo llegar a una conclusión primordial del por qué estoy así: “me he excusado continuamente delante de Dios”, engañando mi corazón y llevando un cristianismo complaciente, mediocre, y facilista. Y esta realidad, la comparo con la enseñanza del Señor Jesús que vemos en Lucas 14.15-24, que dice…