En la pretensión de conocer los alcances del mes de septiembre se hace necesario acudir a la historia y en ella se logra apreciar con nitidez que para los antiguos griegos y romanos, cada mes poseía una correspondencia con una divinidad o con un ser humano como se aprecia desde el inicio del año (que en aquel entonces se producía en el mes de marzo) hasta el mes de agosto; pero sucede que desde septiembre ha conservado los números originales que les caracterizan, en el sentido que éste es precisamente el séptimo mes y su nombre se deriva del protoindoeuropeo ‘septḿ̥’ que se interpreta como siete. Los romanos por su parte, lo identificaron bajo el vocablo de ‘septem’ que con el transcurrir de los años se convirtió en “september” y que el español adaptó bajo el término de septiembre.
Cabe señalar que, precisamente este mes ha sido contemplado de gran estima por todas las culturas antiguas, por la llegada de las cosechas por un lado, y por otro, del equinoccio de otoño para el hemisferio norte y de primavera para el sur.
Sus alcances en el ámbito astrológico y a la luz de la expresión colectiva que le es propia, permite identificar la presencia de unos procesos momentáneos que se reflejan sobre cada persona según el signo de nacimiento, lo que conlleva al surgimiento de las siguientes apreciaciones.

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