Esto es una consulta que se responde sola al momento de formularla: “Hago de todo por el placer de la otra persona… pero no conecto con el mío”.
Muchas veces, debido al propio deseo de agradar y la intención de querer satisfacer las expectativas de la otra persona en el ámbito de la intimidad, aparece una presión que nos termina paralizando o desconectado… Se trata de una exigencia que registran algunas personas al momento del sexo, dar placer, satisfacer a la otra y que todo esto se de con 0 margen de “error”, por lo tanto se retroalimenta un temor al fracaso que puede provocar que nos desenfoquemos de nosotras mismas. Esto puede deberse a varias creencias erróneas: “que somos garantes del placer de la otra persona, que estamos primero para complacer y luego para registrar placer, que si consigo que la otra persona orgasmee primero ya mi cometido está logrado”.
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