Es bien curioso que Jesús se hiciera bautizar. Sobre todo porque él no era pecaminoso y la predicación del bautista era el arrepentimiento del perdón de los pecados. Pero Jesús nos vive en cada una de nuestras etapas humanas, incluso en la necesidad de bañarse en el agua ritual, incluso en la necesidad de renovar nuestra vida.  
 Jesús nos enseña un camino de la pureza diferente del de la religión nominal. Jesús nos enseña, nos ejemplifica el lavamiento de Dios, no sólo en el hecho de bautizarse, sino también en su camino de cercanía con el otro aun en medio de sus impurezas.   
En la voz de Dios de afirmación para Jesús Dios también nos dice "sos mi hijo, mi hija, me haces feliz". En Jesús vivimos el camino de pureza que Dios nos traza, nos enseña a ser ser hijos e hijas, en un camino de cercanía y compasión

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