El Banco Mundial publicó su informe ‘‘Dos Años Después: Salvando a una generación‘‘, en el que analiza el impacto que la pandemia y el cierre de las escuelas tuvo sobre la educación en América latina y el Caribe. En la región, por los cierres de escuelas, toda una generación de estudiantes, comprendida por alrededor de 170 millones de niñas, niños y adolescentes, fue privada de la educación presencial por aproximadamente 1 de cada 2 días efectivos de clase. Y esto tuvo y está teniendo gravísimas consecuencias. En promedio, los estudiantes en la región perdieron entre 1 y 1,8 años de escolaridad ajustados por aprendizaje. Los puntajes promedio de educación primaria en lectura y matemáticas podrían haber caído a niveles de hace más de 10 años. Argentina no es una excepción en esta preocupante tendencia. Los últimos resultados de la prueba Aprender, que se hicieron el año pasado en casi 20 mil escuelas del país, revelaron que casi se duplicó la cantidad de estudiantes que tiene problemas para comprender lo que lee. Y los más alcanzados por este problema son los niños, niñas y adolescentes de aquellos sectores más vulnerables. ¿Qué puede implicar para el futuro de una generación crecer con estos déficits en el aprendizaje? ¿Qué acciones son necesarias y urgentes desde el Estado para revertir este daño, y cómo deben trabajar las escuelas, los docentes, las familias para acompañar la recuperación?