La pequeña Astrid huía del castillo del sultán. Corría y corría, ella era la más veloz! Nada ni
nadie podía alcanzarla! El castillo del sultán tenía puertas gigantescas y largos corredores.
Por esos lugares la pequeña Astrid era perseguida por los enormes mapaches; los cuales
funcionaban como los guardias personales del sultán. Pero no solo ellos la seguían, sino
que también era perseguida por los cuervos voladores, los cuales cuidaban el castillo del
sultán por los aires!
Astrid corría más rápido, ni los cuervos ni los mapaches gigantes podrían alcanzarla! ella
era la niña más veloz de todo el reino! La pequeña corrió por el pasillo oscuro, el cual era el
más largo de todo el castillo; ahí los cuervos voladores no podrían meterse y los mapaches
gordos ya se habrían cansado de seguirla. Después de tanto correr Astrid se cansó y
decidió esconderse. Solo que no sabía en donde!?!
Entonces sus amigos los topos mineros aparecieron! Excavaron un túnel subterráneo para
que Astrid pudiera escapar por debajo de la tierra! Y pensar que toda esta persecución fue
provocada solo por haberse comido los dulces de azúcar del sultán!
La pequeña Astrid aprendió la lección. A partir de ahora, sólo comería lo que sus amigos;
los árboles frutosos le regalaban, en lugar de dulces! De repente en medio de la huida del
castillo la pequeña Astrid escuchó la voz de su mamá! La voz de su mamá estaba en todos
lados!
Entonces despertó! Todo se había tratado de un simple sueño!
La otra mañana se despertó con muchas ganas de desayunar... Frutas! Muchas frutas !