Cuando los padres te enseñan a estar al servicio de ellos, de corresponder a las expectativas de ellos, están haciendo algo ¡horrible! Escondiéndolo tras de una fachada que tiene un nombre bonito: Amor. No es amor para nada.
Cuando alguien te enseña a renunciar a ti mismo para servir a los demás te está condenando a la infelicidad para siempre. Está transformando un ser potencialmente glorioso, divino en un pobre diablo. Y esto es un mundo hecho de pobres diablos.
Nosotros venimos educados para ser esclavos, para servir a los demás por encima de nosotros.
Servir a los demás podría ser una cosa hermosa, la cosa que te hace más feliz. Servir al prójimo te hace feliz cuando es una elección tuya, cuando es la expresión del amor que te tienes a ti mismo que tú reflejas en el mundo exterior.