Mediante la práctica del Buda de la Medicina, podemos aspirar a la salud física y también a la sanación espiritual, a nivel personal y global. Al practicar, propiciamos la liberación de todas nuestras enfermedades físicas y mentales. Desarrollamos la capacidad de apoyar y acompañar a otras personas en sus procesos internos de curación. La práctica complementa con armonía a los tratamientos médicos, más no los sustituye. Con la fuerza de esta energía sanadora podemos desarrollar las cualidades de la sanación profunda, del bienestar, de la alegría y de la paz.

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