La diferencia entre la cultura occidental y la cultura oriental comunista fue que habiendo vivido el comunismo durante tantas generaciones, con la mínima oportunidad económica y enjaulada la cultura del miedo, la sociedad rusa descubrió que la moneda más valiosa es la confianza. Y para construir confianza debe ser honesto. Esto significa que cuando las cosas van mal, lo expresas abiertamente y sin disculpas. Las muestras de honestidad desagradable fueron ovacionadas por el simple hecho de que resultaban necesarias para la supervivencia: tenías que saber en quien podías apoyarte y en quien no, y necesitabas saberlo rápido.

Pero en el oeste libre había abundancia de oportunidades económicas; tantas oportunidades económicas que se volvió más valioso presentarte de una cierta forma, incluso si era falsa, antes que en verdad ser así. La confianza perdió su valor. Las apariencias y el arte de vender se transformaron en maneras de expresión más ventajosas. Conocer a mucha gente de modo superficial era más beneficioso que conocer a pocas personas de manera cercana.

El problema de lo anterior es que nunca sabes, si puedes confiar por completo de la persona con la que estás hablando. A veces, este caso incluso se da entre buenos amigos o familiares. Hay tanta presión en occidente por agradar, que la gente con frecuencia reconfigurar su personalidad, dependiendo de la persona con la que esté tratando.
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????Inmenso texto de extraído y adaptado de “el sutil arte de que casi nada te importe una M” de Mark Manson.