El trauma deja secuelas. Y aunque uno trabaje en ellos y los tenga superados a veces aparecen secuelas de experiencias pasadas que nos paralizan y nos pueden llegar a limitar de disfrutar nuevas experiencias que la vida nos ofrece. Por ello hay que enfrentarnos a las cicatrices y recordarnos las veces que sea necesario, que ya paso, que ya no duele, que ya no estamos ahí y que todo va a estar bien. 
No arrastres tu pasado a tu futuro, déjate vivir y sentir. Es más oblígate a hacerlo. 
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