Estados Unidos versus China: Argentina en la nueva guerra fría tecnológica
Por Daniel Montoya y Facundo Manes
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El experimento no funcionó y apareció en la selva una especie nueva. Más capitalista que el más capitalista, más autoritario que el más autoritario. Si el mundo chino era ese universo tan lejano y misterioso, el coronavirus se ocupó de traerlo a domicilio.
En este nuevo contexto donde Estados Unidos y el gigante asiático compiten en una nueva guerra fría por el liderazgo científico y tecnológico mundial, Argentina deberá aprovechar con inteligencia y coraje los desafíos que se le presentan.
Esto es lo que propone Daniel Montoya en Estados Unidos versus China, un libro imprescindible para entender el presente y proyectar el futuro de la Argentina.
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Estados Unidos versus China - Daniel Montoya
DANIEL MONTOYA
Estados Unidos
vs. China
Argentina en la nueva
guerra fría tecnológica
Montoya, Daniel
Estados Unidos versus China : Argentina en la nueva guerra fría tecnológica / Daniel Montoya ; prefacio de Facundo Manes. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Vértice de Ideas, 2020.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-47757-5-7
1. Geopolítica. 2. Nuevas Tecnologías. 3. Guerra Fría. I. Manes, Facundo, pref. II. Título.
CDD 327.16
Diseño y armado de interior: Laura Restelli
Diseño y armado de cubierta: Julio Parissi
Ilustraciones de interior: Roger Mantegani
© 2020, Daniel Montoya
Derechos de edición en castellano
reservados para todo el mundo.
© 2020, Vértice de Ideas
Grupo Editorial Deldragón
edicionesdeldragon@gmail.com
www.deldragonediciones.com.ar
ISBN 978-987-47757-5-7
Queda hecho el depósito que prevé la ley 11.723
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o trasmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.
ÍNDICE
Agradecimientos
Prólogo de Facundo Manes
Introducción
1989. Berlín.The Wall
Estado a la carga
Zeitgeist reaganiano
Un peso, un dólar
Nostalgia. Good Bye, Lenin!, de Wolfgang Becker
2001. Nueva York. Los escombros
Perfume de petróleo
Chinatown
No bombardeen Buenos Aires
Fanatismo. Vivir al límite, de Kathryn Bigelow
2008. Nueva York. La timba
El dinero nunca duerme, Paul
Perforen, perforen, perforen
No pasarán a las silobolsas
Codicia. Trapped, de Baltasar Kormákur
2016. Washington. El playboy
Mid midwest
¡Pará, mi amor, esto está muy Shanghái!
Volver al
Libertad. Diarios de Harley-Davidson
2020. Wuhan. Los murciélagos
¿1930, 1973, 2008?
Estados Unidos vs. China. Segundos afuera
La vara de los Fernández
Pánico. Contagio, de Steven Soderbergh
Epílogo. Un avión argentino de cuatro motores
Bonus. Elecciones en Estados Unidos
Zoom con Robert Shapiro
El turno –aún no oficial– de Joe Biden
Sobre libros, artículos, películas y series
AGRADECIMIENTOS
Nuestras vidas no son nuestras. Del útero a la tumba, estamos atados a otros, pasados y presentes.
David Mitchell, Cloud Atlas
Una de las tareas más desafiantes en cualquier orden de la vida es agradecer a quienes nos brindaron apoyo para la ejecución de una misión. En este caso, para un cometido de orden personal. Más aún cuando la tecnología y las redes sociales abrieron una cancha de intercambio instantáneo permanente, donde resulta prácticamente imposible registrar la procedencia difusa de muchas ideas, enfoques, datos e imágenes. En tal sentido, el progreso moderno nos convirtió en imitadores seriales. Hoy, más que nunca, nuestras vidas están atadas a las de otros. Basta con abrir cualquier red social, Facebook, Instagram, TikTok o Twitter, para comprobar la catarata interminable de similitudes. Por ello, empiezo, antes que nada, por reconocer el aporte difuso de innumerables fuentes que agrupo bajo el rótulo Arcón de la Inteligencia Social
. A todos aquellos con quienes interactué durante estos años, vía Twitter especialmente, gracias. La contribución, para mí al menos, fue importantísima.
Del ámbito de los hombres y mujeres de carne y hueso, agradezco, en primer término, a quien me motivó a correr más largo en esta oportunidad. Sentate a escribir un libro mientras te recuperás
, me aconsejó mi amigo Facundo Manes, luego de consultarlo tras una molesta parálisis facial, en ese momento en vías de desaparición. En un mismo plano, ¿cómo no habría de valorar que Emma Bole me haya abierto su casa en Córdoba para recobrarme, a la par de facilitarme todo para que me sentara a escribir con tranquilidad durante ese largo encierro forzado? Asimismo, reconozco muy especialmente a mi padre, Santiago, siempre predispuesto a brindar soporte, compartir su acervo tanguero y, lo más importante, su sabiduría, parrilla y buena bodega. También le debo un reconocimiento especial a mi amigo Manuel Tagle, por haberme brindado apoyo en mis estadías mediterráneas, no solo con su invalorable amistad, sino también con su consejo deportivo y algún vehículo de su fantástica concesionaria.
Dado que la génesis de este libro está muy vinculada a un trabajo de campo en el Medio Oeste de Estados Unidos para las elecciones presidenciales de 2016, debo especial gratitud a Sofía Pescarmona por su apoyo en aquella oportunidad. También, a quienes se prestaron, con enorme generosidad, a brindar sus valiosos testimonios. Robert Shapiro, de la Universidad de Columbia; Chris Borick, del Muhlenberg College; Thea Lee del Economic Policy Institute; Naomi Lamoreaux, de la Universidad de Yale; un grupo de trabajadores de la planta Alumisource en Monessen Pensilvania; Tom Coyne, alcalde de Brook Park, y John McNally, alcalde de Youngstown. En un mismo plano, a todos los colaboradores al paso, animados a aportar su mirada como encuestados al azar. También a Harley-Davidson de Nueva York, por su aporte de una moto sin la que hubiese sido imposible semejante recorrido. A mi hermana, Silvia, gracias. A Martín de Nicola, gracias. A Roger Mantegani, gracias. ¡A buscar sus pinturas dentro del libro!
No es casual que dejara para el final a mis seres queridos más cercanos, con quienes compartimos este largo viaje que abarca casi todos los terremotos analizados en este libro. Con Andrea, todos, desde Berlín hasta Wuhan. Con Mateo, salvo el primero, todos los otros. A él tengo que agradecerle, especialmente, la música de su propia cantera para varios cortos realizados en el Medio Oeste estadounidense, al igual que para otros realizados en las calles de Buenos Aires, difundidos a través de YouTube. Por último, parafraseando al personaje de ficción David Mitchell de la película de las hermanas Wachowski, nuestra vida hoy en día también está atada a la de nuestras mascotas como nunca lo estuvo antes. En esta dimensión, hago un reconocimiento especial a Pompi, Chiqui y Yaca. No obstante, ello vale también para una dimensión pasada, donde siempre atesoro recuerdos de mis abuelos, Lalita y Carlos, y de mi madre, Estela. Hasta me parece escuchar a menudo su voz: Daniel, estudiá
. Lo sigo intentando.
PRÓLOGO
de Facundo Manes
Sentate a escribir
, fue mi respuesta. Me acuerdo de que hacía calor, eran las primeras semanas del año y Daniel me comentó sobre un problema de salud que lo obligaba (como muchas veces sucede) a cambiar de planes. Tenía que enfocarse en su recuperación y en nuevos proyectos. Salir por arriba. Escribir un libro era una oportunidad impensada hasta poco tiempo atrás. Este libro.
Parece que me hizo caso porque Daniel, evidentemente, se sentó a escribir. Todavía no estábamos atravesando la pandemia (al menos no declarada en nuestro país como tal) que desató esta enorme crisis sanitaria, social, económica y, cada vez más, emocional. Pensar la Argentina por aquel tiempo que parece un siglo fue muy distinto a tener que repensarla a partir de lo que nos pasó y pasó en el mundo. Seguramente antes habíamos pensado en las décadas de estancamiento y la enorme gravedad de la situación social y económica que nuestra sociedad viene padeciendo generación tras generación, mientras que ahora nos planteamos la profundización de aquel diagnóstico. Los datos de pobreza e indigencia dolían, y ahora duelen más. La inequidad en la distribución del ingreso ya era costumbre. Y ahora es peor. La calidad de la educación obligatoria preocupaba.
Y ahora, a la fuerza, debemos construir modos y modelos nuevos, y privilegiar el derecho de que cada uno de los chicos y cada una de las chicas de nuestra patria tenga al menos la posibilidad de tener clases de alguna manera. La desinversión en el sistema de salud era alarmante, y hoy nuestra peor pesadilla es el colapso. Y a pesar de este panorama tremendamente crítico, no podemos ponernos de acuerdo. Los sesgos, la lucha por el pedacito de poder que a uno le toca, el privilegio de los intereses particulares o sectoriales por sobre los generales no cede ni siquiera frente a este panorama estrepitoso. Deberíamos preguntarnos ya y a viva voz: ¿por qué no aprovechamos el tremendo sacudón que nos generó la pandemia y, entre todos, tratamos de salir por arriba y ponernos a escribir una nueva historia? Para eso vamos a tener que trabajar mucho, pero fundamentalmente hacer tres cosas: ser creativos, ser solidarios y dejar de hacer lo que venimos haciendo hace décadas y décadas. Debemos intentarlo.
De una vez por todas tenemos la obligación de planificar un país para los que vendrán. Nuestra sociedad es profundamente desigual. Desde hace décadas, cada vez hay más argentinos que, no solo, no pueden planificar su futuro, sino que ni siquiera pueden pensar su presente. Ese es el testimonio más claro de que hemos fracasado. Esto nos tiene que avergonzar y obligar a establecer acuerdos, consensos, pactos pero de verdad, de esos que firman unos y se siguen implementando años después, que den lugar a políticas de Estado, no solo a políticas circunstanciales que, por valiosas que sean, contribuyan a resolver problemas coyunturales. La misión consiste en dejar atrás la pelea política que inmoviliza o nos lleva de un lado a otro, para dar lugar a la cooperación. Lograr que lo que trascienda sea el Estado y no los gobiernos. Privilegiar –como dice el preámbulo de nuestra Constitución– el bienestar general.
Una pregunta importante es si queremos intentarlo. Y la gran pregunta es cómo lograrlo. Las páginas que siguen son un puntapié inicial para responderla. Ponen el foco en el potencial argentino que da el conocimiento. Allí radica la revolución que necesitamos. No podemos pensar en igualar oportunidades si no garantizamos una educación obligatoria de calidad que genere las condiciones para una educación superior al servicio del país. Porque eso es lo que nos permitirá optimizar todo lo bueno que ya tenemos. Pensar que lograremos mayor producción y riqueza sin mayor inversión en educación, ciencia, tecnología e innovación es arrancar al revés. Es el conocimiento lo que nos dará la llave para reinventarnos.
Un avión argentino de cuatro motores
es una propuesta de política de Estado para nuestro país. Piensa a la Argentina desde un lugar diferente, asumiendo lo que hemos venido haciendo. Aceptarlo es un gran avance. Propone una Argentina del futuro basada en consensos, en el diálogo social (el de verdad, no el de las fotos), que valore lo mejor que tenemos. Pero, fundamentalmente, nos deja un aporte esperanzador: tenemos con qué hacerlo.
La pandemia nos paralizó, acrecentó nuestra vulnerabilidad y nos hizo más débiles. Las consecuencias ya las estamos viviendo y sabemos a ciencia cierta que los próximos tiempos serán aún más difíciles. Sin embargo, la historia de la humanidad nos muestra una y otra vez que las grandes crisis generaron grandes transformaciones sociales. Esta tragedia que estamos viviendo también nos permite pensar en oportunidades. Pero no hay forma de aprovecharlas si no hacemos algo diferente, algo mejor. Depende de nosotros.
INTRODUCCIÓN
Los metafísicos de Tlön no buscan la verdad, ni siquiera la verosimilitud: buscan el asombro.
Jorge Luis Borges, Tlön, Uqbar, Orbis Tertius
.
No hubo ningún plan para aislarme por el Covid-19 en Córdoba, mi terruño de origen, donde pasé muchos instantes de felicidad durante mi niñez y juventud. Soy cordobés, aunque ya mitad porteño. Simplemente fue casual que el quinto gran terremoto alrededor de esta etapa de la globalización me sorprendiera fuera de Buenos Aires, recuperándome de una parálisis facial. Aclaro por las dudas. No fue fortuita la alusión a esta versión de la globalización. No nos creamos tan originales. Muchos de nuestros próceres más emblemáticos del siglo XIX y principios del XX, Sarmiento, Rosas, Urquiza o Roca, desde distintos lugares y posiciones políticas, fueron testigos de un intenso intercambio de bienes y servicios, fuera originado por la explotación de recursos naturales, la construcción de ferrocarriles o los flujos de capitales, versus la versión actual, donde concurren poderosos inversores industriales internacionales, desconocidos para los usos y costumbres de aquella época.
Sin embargo, la génesis de este libro arranca mucho antes de esta pandemia. Puntualmente, en 2016, mientras recorría los estados del viejo cinturón oxidado de Estados Unidos sobre una moto, gloria de la mecánica estadounidense, como la Harley-Davidson, en vísperas de la elección que consagró presidente a Donald Trump. Muro con México, revisión del NAFTA, ruptura del Acuerdo Comercial Asia-Pacífico, retiro del Acuerdo de París, América primero
, Hacer América grande de nuevo
. Intuía que venía un gran terremoto internacional por delante y, tanto en calidad de analista político como apasionado de las dos ruedas, no me quería perder, por nada del mundo, la oportunidad de realizar una investigación de terreno. En especial, en una región que fue el epicentro industrial del mundo hasta mediados de los años setenta, pero que cedió protagonismo