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El caballero de Illescas
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Libro electrónico130 páginas1 hora

El caballero de Illescas

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El caballero de Illescas es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.-
IdiomaEspañol
EditorialSAGA Egmont
Fecha de lanzamiento9 nov 2020
ISBN9788726617009
El caballero de Illescas
Autor

Lope de Vega

Lope de Vega (1562-1635) was Spain's first great playwright. The most prolific dramatist in the history of the theatre, he is believed to have written some 1500 plays of which about 470 survive. He established the conventions for the Spanish comedia in the last decade of the 16th century, influenced the development of the zarzuela, and wrote numerous autosacramentales.The son of an embroiderer, he took part in the conquest of Terceira in the Azores (1583) and sailed with the Armada in 1588, an event that inspired his epic poem La Dragentea (1597). Among his many notable works are Fuenteovejuna (c. 1614) in which villagers murder their tyrannous feudal lord and are saved by the king's intervention, and El castigo sin venganza, in which a licentious duke maintains his public reputation by killing his adulterous wife and her illegitimate son.

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    El caballero de Illescas - Lope de Vega

    Saga

    El caballero de Illescas

    Cover image: Shutterstock

    Copyright © 1620, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont

    All rights reserved

    ISBN: 9788726617009

    1. e-book edition, 2020

    Format: EPUB 3.0

    All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

    SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

    Dirigida al Maestro Vicente Espinel y su Maestro

    -fol. 124r-

    Debe España a vuesa merced señor Maestro, dos cosas, que aumentadas en esta edad la ilustran mucho: las cinco cuerdas del instrumento que antes era tan bárbaro con cuatro, los primeros tonos de consideración de que ahora está tan rica y las diferencias y géneros de versos con nuevas elocuciones y frasis, particularmente las décimas, que si bien se hallan algunas en los antiguos, no de aquel número, como en Juan de Mena, las que comienzan «Muy más clara que la Luna». Composición suave, elegante y difícil, y que ahora en las comedias luce notablemente con tal dulzura y gravedad, que no reconoce ventaja a las canciones extranjeras. Verdad es, que en la lengua francesa las he leído escritas por el señor de Malherbe, en las obras de diversos poetas. Pero por el año de su impresión consta que pudo imitarlas, si bien se diferencian en la cadencia del verso quinto. Justamente se debe a ese peregrino ingenio el nombre de Apolo Español, pues en la música y poesía (de que le hacía Dios la antigüedad) ha sido Fénix único, y pluguiera al cielo que como le pintaba siempre joven vuesa merced pudiera serlo, Maestro mío. Esta propiedad entre otras le dio Calímaco.

    -fol. 124v-

    et idem,

    formosus semper, semper iuuenisque, nec ille

    foemineae quantum nigrent lanugine malae.

    ¡Oh ciego error de esta provincia, no premiar tales méritos! ¡Oh méritos dignos de haber nacido donde tuvieran premio! Pero como desterrado del cielo, por el sentimiento de la muerte de Esculapio le pinta Luciano en sus diálogos, no es mucho que pase los trabajos mismos.

    Et clarum Apollinem

    viris letitiam amicis,

    propinquum custodem ouium.

    Dijo Píndaro en sus Pythacos. Notable fue la estimación que los antiguos hicieron de la música, cuyos milagros deber ser creídos, como de cosa celestial y divina. Pitágoras tañendo enfureció un mancebo y viendo, que celoso quería romper las puertas de su amiga para matarla, mudó el son Frigio en el cromático, música de quien hace memoria Natal Comite en su Mitología, chromaticum melos adhibuerunt ad demulcendos animos, con que el furioso mozo detuvo el suyo. Así lo cuentan Boecio y Marco Tulio, y lo dijo Aristóteles en el libro octavo de sus Politicos, Saepe aleuiat Melodia iratos, et facit laetos. Y por darla lugar en las virtudes, quisieron que Clitemnestra fuese casta, mientras la entretuvo aquel insigne músico, que le dejó Agamenon cuando se fue a Troya, como lo afirman Filelfo y Séneca. Con música curaban mortales enfermedades Terprandro, Arion e Hismenias, graves filósofos, y lo confirma la opinión de Avicena. Solamente en honra de la música hallaron en las rigurosas leyes de Licurgo blandura los Lacedemonios. Dejó Alejandro el convite y tomó las armas incitado de la música de Timoteo Milesio, a quien vuesa merced parece tanto, pues de él se dice que Decimam, et vndecimam Lyre chordam addidit, et antiquam musicam in meliorem mutauit modum. De este rapto hace Cicerón memoria, y san Basilio Magno, y el ejemplo de David con Saubes de mayor fuerza, gran excelencia de la música, que muchos de los espíritus malignos no puedan sufrirla, porque no pueden asistir a su celestial armonía y suavísimo concento. Y así también la vitoria de Josafat, cuando los israelitas -fol. 125r- cantaron delante del ejército. Mas, ¿para qué alabo yo esta divino y liberal arte con ejemplos comunes, al mismo Apolo, y de mayor oráculo que el délfico? Quédese pues la música especulativa y prática, a quien de entrambas ha sido insigne monstruo, que volviendo a las quejas de esta edad ingrata, tengo consuelo en que han de pagarle los futuros siglos lo que ha faltado el discurso de estos infelices años, que la virtud es premio de sí misma, y la fama no muere, pues hoy vive la de Anagenoris, a cuya música debieron su libertad cuatro ciudades. Y desde el origen que le dio Tubal (como consta de las sagradas letras) a la edad nuestra, donde tanto han florecido Guerrero, Tejeda, Cotes, Filipe Roger y el Capitán Romero, no ha borrado el tiempo de los libros de la inmortalidad la fama, nombre y vida de docto músico, ni olvidará jamás en los instrumentos el arte y dulzura de vuesa merced De Palomares y Juan Blas de Castro. Homero dijo que les dictaba Júpiter a los que cantaban, a lo que aludió San Agustín, llamando a la música en una de sus Epístolas, Dei donum, cuya máxima se ha confirmado en vuesa merced con notable ejemplo, pues parece que lo que ha cantado, le ha dictado el cielo, en tan excelentes versos que le podríamos decir lo que Ovidio de Apolo, Per me concordant carmina neruis. Pero pues la figura música, como vuesa merced sabe, es una señal representativa de voz o de silendio, de voz por la diversidad de los puntos, y de silencio por las pausas, haciéndola yo a este discurso, como músico prático y no teórico.

    Suspenderé la pluma, y no el

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