Hablar de Paul Auster es referirse a un gigante de la literatura. Su reciente partida dejó un gran vacío no sólo en la escena cultural neoyorquina -Nueva York es un escenario común en muchas de sus obras-, sino alrededor del planeta.
Gracias a su magistral Trilogía de Nueva York, que lo catapultó a la fama en los años 80, y a obras fascinantes como Leviatán, El palacio de la luna, Brooklyn follies, El libro de las ilusiones y su última novela publicada meses antes de que aconteciera su deceso, Baumgartner, Auster se ganó un lugar privilegiado entre los ávidos lectores, así como entre críticos y escritores.
A pesar de que Ciudad de cristal –una de las tres novelas que conforman la famosa Trilogía de Nueva York-fue rechazada por 17 editoriales antes de que viera la luz, gracias a una pequeña editorial de California, en 1985 fue punta de lanza para el inicio de un camino sin retorno hacia la prolífica carrera de Auster, que siguió una narrativa posmoderna; una prosa mágica que no deja indiferente a nadie y que juega con el azar y la muerte.
TODO PUEDE CAMBIAR EN CUALQUIER MOMENTO
Paul Auster falleció en su casa, en el barrio de Park Slope –en
