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LOS SWIFTIES -COMO SE CONOCE A SUS FANS- AÚN NO ALCANZAN A VERLA, PERO
la expectación es máxima. Las nubes de color pastel impregnan las pantallas. Grandes telas en movimiento se agitan al compás del viento en el enorme escenario. Los susurros iniciales de las coristas se elevan cada vez con más fuerza. De repente, se hace el silencio. Es ella. “Me llamo Taylor y nací en 1989”, saluda enfundada en su body de diamantes. Para cuando la cantante entona “it's been a long time coming” -de su tema Miss Americana & the Heartbreak Prince, en referencia a los cinco años que han pasado desde su último show en directo-, el estadio ya se ha sumido en el éxtasis.
es un periplo musical de tres horas y cuarto de duración en el que interpreta las 45 canciones más populares de su discografía a través de un espectacular recorrido visual por todas sus eras (cada una correspondiente a cada uno de sus álbumes). Pese a que la diva de 34 años y sus promotores no informan públicamente de las cifras de taquilla, la publicación especializada en conciertos ha calculado que cada noche suma alrededor de 17 millones de dólares por la venta de entradas. Así que, es posible que cuando llegue el fin de la gira mundial -tras realizar 146 espectáculos- sus ventas totales superen los 1.400 millones de dólares. Números con los que más taquillera de la historia, dejando muy atrás los 939 millones de dólares que el mítico Elton John sumó con su gira de despedida tras subirse al escenario 330 veces.