El pasado 28 de diciembre de 2023, en Sandringham, a las ocho y media de la noche, un convoy de autos oficiales pertenecientes a la familia real británica pasaron con las torretas encendidas a gran velocidad por una avenida rumbo al hospital King Edward VII. Un testigo los grabó con su celular y compartió el video en sus redes sociales. “Espero que todo esté bien en Sandringham”, escribió. Es probable que la princesa Catherine de Gales viajara en ese convoy. Unos días después, el 9 de enero de 2024, llamó la atención que la princesa de 42 años no asistiera a misa en la iglesia de St. Mary Magdalene en Sandringham, como es tradición por su cumpleaños, y mucho menos se dejó ver rodeada de su familia en su residencia de campo en Norfolk. Sin embargo, se dio por hecho que su festejo sería de carácter privado. Los días transcurrieron y muchas personas pensaron que ella podía haberse tomado unos días extra de descanso.
EL INICIO DE LA PES ADILLA
Todo cambió el miércoles 17 de enero cuando la oficina de prensa del palacio de Kensington emitió un comunicado que dio un vuelco inesperado en la vida de la familia real inglesa: “Su Alteza Real la princesa de Gales ingresó ayer en el hospital para una cirugía abdominal. La