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Parecía complicado, pero 2023 no fue un año tan desastroso en lo económico como se pronosticaba. Los focos de inestabilidad internacional no desaparecieron, pero las tensiones inflacionistas que tanto quitaron el sueño a los grandes directivos el año anterior se relajaron y el PIB de nuestro país consiguió mantener el tipo con una subida del 2,5%. Además, a pesar de los frentes bélicos abiertos en Gaza y Ucrania, los precios del petróleo se han mantenido estables, mientras que los del gas natural se han reducido a la mitad. Sin embargo, los sacrificios necesarios para revertir los efectos que dejó el ejercicio anterior tampoco han sido fáciles de asumir. Para mantener los precios a raya, los bancos centrales, incluido el BCE, han tenido que subir los tipos de interés una y otra vez, haciendo que las empresas hayan tenido que hacer auténticos malabares tanto para pagar sus deudas como para acceder a nueva financiación.
En este contexto, el principal beneficiado ha sido el sector financiero español, que ha conseguido alcanzar récords de facturación. La gran banca ha empujado con fuerza el IBEX, con una revalorización de la cotización en 2023 de un 30,7%, recuperando su primer puesto, casi histórico, como grupo de empresas con mayor valor de mercado tras cederlo en el año de la pandemia al sector de Electricidad y Gas. Al finalizar el año, el sector financiero capitalizaba 181.308 millones de euros que representan un 21,63% del valor total de las empresas españolas cotizadas, 5,5 puntos más que hace tres años y 4,5 por debajo de antes del gran ajuste impuesto por la crisis financiera en 2012. Y por encima de todas las entidades, ha destacado, sin duda, Caixabank, que, tras cumplir 3 años de la fusión con Bankia, ha