“Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia, que calcule el número de la Bestia porque es número de hombre. Su cifra es 666”. (Apocalipsis 13,18). Este pasaje del último de los libros del Nuevo Testamento ha generado ríos de tinta, que han permeabilizado desde sesudos ensayos de teología hasta más recientes publicaciones de cultura popular, para terminar alcanzado su máxima difusión entre el gran público con el estreno de películas como La Profecía (1976). En las ruinas de la ciudad de Megido, donde tendría lugar el Armagedón, le es revelado a los protagonistas que el 666 se vincula con la Trinidad Diabólica. La siniestra cifra no sería el resultado de cálculos cabalísticos, sino que tendría forma de marca escondida en la piel. En el caso de Damian, oculta en el cuero cabelludo, mientras que en La Primera Profecía (2024) se atisba en el paladar de su protagonista, Margaret, quien dará a luz al Anticristo…
SAN IRENEO, EL OTRO APÓSTOL DEL APOCALIPSIS
Probablemente fue Ireneo de Lyon (¿140-202?), quien en 2022 fue proclamado por el papa Francisco (1936-) como uno de los Doctores de la Iglesia por preservar su unidad (Doctor unitatis) el primero en tratar de desentrañar el significado del famoso sello de la Bestia o 666. Originario de Esmirna (Anatolia, en la actual Turquía), se ordenó presbítero (léase sacerdote) en la ciudad gala de Lugdunum (actual Lyon), donde más tarde terminaría ejerciendo como obispo (por lo que su denominación exacta sería Ireneo de Lugdunum).
El nombre de Ireneo de Lyon no habría