Entre las cejas, en medio de los ojos, como un agujero en el meridiano que separa el lado izquierdo del lado derecho del cuerpo, se encuentra el llamado “tercer ojo”, uno de los chakras centrales del cuerpo, el Ajna Chakra.
Sirve para conectarnos con lo divino en términos energéticos, algo así como la memoria de todas las vidas reencarnadas (Akasha). El tercer ojo ve y contempla, conecta lo material y lo inmaterial, y al hacerlo, despierta el último de los puntos energéticos, aquél que nos conecta con lo superior, el chakra de la coronilla o Sahasrara, la puerta a una nueva conciencia espiritual.
En Astrología este punto de conexión está representado por Neptuno, el planeta de la memoria inconsciente, el dios del agua que lo disuelve todo, la fuerza de lo sublime y la energía de la evasión. Lo mejor y lo peor del alma humana están representados por este planeta sublime, súper perceptivo e intuitivo, místico, espiritual, a la vez que romántico, engañoso, esquivo y artístico. Veamos cómo puede afectarlo.
NEPTUNO, EL DIOS DEL AGUA QUE ENCIENDE EL FUEGO DEL AMOR
Neptuno, deidad griega regente de los mares, es quien da su nombre al planeta. El mar y los océanos son, científica y simbólicamente, fuente y el final de la existenicia. Representa, también, la profundidad del mundo inconsciente y la fusión de la persona con el alma y mente colectivas.
Dionisos, el otro Neptuno
Neptuno es un dios ambiguo emparentado con otro dios griego por sus características, una deidad olvidada y más antigua que el mismo Zeus, jefe único del Olimpo. En él se funden, como en Neptuno, la emoción y el éxtasis, lo terrenal y lo místico, lo sexual y lo moral, lo religioso en su aspecto más iniciático, la pasión y la sensibilidad. De todo ello, nació el arte de la tragedia, principio de todas las artes de la cultura antigua. Hijo de Zeus y Semele, nacido dos veces, enloquecido, desmembrado, regaló a los hombres su método de conexión y alejamiento de lo divino: el vino. Gran amante, sólo estuvo enamorado de Ariadna.
Una vez rescatada la sombra de su madre del mundo oscuro, le fue otorgado su lugar en el Olimpo.
Sólo entonces recobró su carácter divino. Nació luego de vagar y experimentar un profundo sufrimiento. Dionisos nos habla de la Gnosis, el conocimiento profundo que surge