Ensayo y error es un proceso consustancial al método científico. La comunidad académica solo acepta tesis cuyas hipótesis han sido validadas por una demostración, lo que suele implicar una serie previa de fallos, ajustes y descartes. El problema surge cuando uno o varios de esos yerros se cuela, de forma inadvertida o a propósito, en la fase de verificación. Esa semilla errática de caos suele producir, tarde o temprano, una realidad indeseada.
Una idea, a priori, estupenda se convierte en una técnica o producto con consecuencias potencialmente desastrosas. Hay más posibilidades de catástrofe cuanto mayor es la difusión, pues aumentan las oportunidades para el daño latente, además de que, a mayor éxito aparente, más estruendoso es el fracaso posterior. La historia es rica en soluciones supuestamente geniales hasta que, como dijo Beethoven de las notas iniciales de su Quinta sinfonía, “el destino llama a la puerta”.
Construyendo problemas
Que se lo pregunten, si no, a un material asombroso. El amianto, o asbesto, ya se usaba en el Neolítico