Los nuevos retos ambientales del siglo XXI, así como los avances en la tecnología aeronáutica han dado paso a una nueva generación de dirigibles que están irrumpiendo con fuerza en el ámbito militar, de la seguridad, el transporte y el turismo aéreo.
UN MEDIO AÉREO OLVIDADO, PERO NO DESAPARECIDO
En la actualidad, la silueta de un dirigible en el cielo despierta automáticamente en nuestra memoria un icono aeronáutico del siglo XX (¡un zeppelin!) y nos retrotrae a la trágica destrucción del LZ 129 Hindenburg. El estallido y caída en llamas de la mole del dirigible alemán sobre el campo de aterrizaje de la Estación Naval de Lakehurst (Nueva York) marcó un hito aeronáutico porque este dramático suceso supuso el canto de cisne de estos aerostatos autopropulsados y con capacidad de maniobra.
Aunque parezca increíble los diferentes tipos de dirigibles (flexibles, autorrígidos y rígidos) de la primera mitad del siglo XX, basaban su sustentación en depósitos de hidrógeno (algunos de ellos fabricados con estómagos de vacas, como el de los zeppelines) que se alojaban en el interior de una gigantesca tela cauchutada o envuelta, cuya rigidez la proporcionaba la presión del gas sobre ella (flexibles), una estructura autorrígida (inventada por el español Torres Quevedo) o un enorme esqueleto de madera o aluminio (dirigibles Zeppelin o Schütte Lanz alemanes). Todos estaban propulsados por motores de explosión y, exceptuando las lujosas cabinas de pasajeros del Graf Zeppelin,Hindenburg y la serie R-100/101, los compartimentos para la tripulación eran pequeños e incómodos.
Las dimensiones de estas