Es curioso, pero al contemplar las fotografías de Tunick, a primera vista el espectador no ve el cuerpo de un hombre o de una mujer, el de un joven o un adulto mayor, sino una composición abstracta que fractura la individualidad para crear un nuevo ente colectivo conformado por centenares de cuerpos desnudos y vulnerables. Y es este precisamente el objetivo del artista, para quien el cuerpo es el contenedor del alma, y es en la desnudez en donde radica su máxima belleza.
No es de extrañarnos que la polémica obra del artista esté continuamente expuesta a la crítica y a la censura por grupos conservadores