Hoy más que nunca es imposible concebir la expresión artística sin la tecnología. Las posibilidades son infinitas, inimaginables y cambiantes para todos los jugadores.
Por un lado, el concepto de arte en sí está siendo redefinido, cada vez menos estático y adoptando nuevas formas: programaciones que responden al movimiento y al ambiente, códigos y algoritmos que desembocan en retratos y piezas creadas digitalmente en impresoras 3D por nombrar algunos ejemplos.
Por otro lado, tenemos a las redes sociales revolucionando la forma en que el arte se promociona, se consume y se comparte. Los artistas ya no necesitan de una galería para darse a conocer, basta, en muchas ocasiones sin necesidad de verlas.