Escritora prolífica, investigadora controvertida, la mayor ocultista de la historia es la artífice de una extraordinaria síntesis de combinaciones religiosas, filosóficas y científicas compendiadas en una sabiduría esotérica llamada «Teosofía» que ha influido en movimientos culturales posteriores y permanece en la actualidad ramificada en distintos enfoques. Su vida no es menos extraordinaria e igual de polémica. Es la noche entre el 30 y el 31 de julio de 1831, según marca el calendario juliano. En Yekaterinoslav, Rusia (actual Ucrania) cae una oscuridad templada y fresca. En la morada de la aristócrata Helena de Fadéyev, joven promesa literaria, y Peter von Hahn, integérrimo coronel de origen alemán, resuena el primer sollozo de una criatura nacida prematuramente y con hambre.
Así son los primeros instantes de vida de Helena Petrovna von Hahn y así será toda la vida de Madame Blavatsky: adelantada a sus tiempos y hambrienta de conocimiento. Talentosa, carismática, rebelde, según sus admiradores. Embustera, visionaria, rea de haber renegado de las religiones oficiales y del racionalismo mecanicista, a ojos de sus detractores. Unánimemente culpable, tal vez, de elegir la búsqueda de la Verdad ante las convenciones, de querer construir una fraternidad mundial alrededor de ella, de rechazar vivir bajo el yugo de la moral de sus tiempos.
Volvamos a aquella noche de verano del 1831. Sus padres, cristianos ortodoxos, se precipitan a bautizar a la neonata, no confiando en que pudiese sobrevivir.