Por regla general, las personas venden los bienes de los cuales son propietarios y normalmente dichos bienes cumplen con su uso o su destino previstos según su naturaleza.
Sin embargo, hay ocasiones en que las cosas no se dan de esa manera, a veces porque las personas desconocen que hay alguien más que es el verdadero propietario de ese bien, a veces porque las personas que venden sus bienes desconocen los defectos o los desperfectos no perceptibles a simple vista, o a veces porque esas personas ocultan esas circunstancias.
Entonces es importante constatar que en los contratos que celebremos se precise qué sucederá ante cualquiera de esos supuestos, o, en el peor de los casos, si