LOS HAY QUE SE PREGUNTARÁN SI VAMOS A POR SETAS O A POR ROLEX. Porque cuando se planifican unas jornadas de ocio invernal, centradas principalmente en la práctica del esquí, snowboard, trineo, motonieve, speed riding y demás deportes de nieve, no suelen tener cabida los deslices gourmet. Más habituales son los otros, aquellos que provocan los trastazos sobre la blanca y gélida superficie.
Bien es cierto que no todos los que se pierden entre las montañas cuando aprieta el frío son deportistas de elite ni fanáticos del eslalon. Muchos de los que pasan por caja, se enfundan el forro polar, el anorak, el casco, las gafas, los guantes y demás accesorios que exige la práctica de esta actividad, antes de lanzarse montaña abajo, no ven la hora de quitarse las molestas tablas que llevan sujetas a esas incómodas botas para dar por concluido el absurdo paripé del deportista montañés y centrarse por fin en lo que más les interesa: el ritual del .