El funcionamiento de todas ellas es muy similar y sólo varía la forma de consumir el combustible utilizado. Transfieren el calor de dos maneras: por radiación, a través de la misma, indudablemente, están muy expandidas en nuestro país. Son muy seguras, ya que no generan gases ni emiten humos, pero al desprender el calor de un modo localizado (hay que estar cerca de ellas para sentirlo) tienden a utilizarse en estancias pequeñas o como complemento de calefacción. Las de funcionan con gas butano o ciudad y gozan de un elevado poder calorífico; especialmente aquellas con tecnología de llama azul, las cuales consumen menos que las catalíticas o de infrarrojos. Las de emplean el combustible líquido que les da nombre (un aceite mineral que se extrae por destilación de hidrocarburos) y también tienen una gran capacidad calorífica, por lo que tienen la capacidad de calentar ambientes grandes en los que la ventilación sea óptima. Sin embargo, presentan mayores emisiones de monóxido de carbono que el resto y, siempre y cuando no se utilice parafina desaromatizada, desprenden un olor característico al encenderlas y apagarlas. Por su parte, a pesar de que precisan una salida de humos vertical al exterior, las estufas de y (como ocurre con las chimeneas, las hay canalizables) son idóneas para climatizar espacios de gran tamaño y lugares donde el frío sea notable. A la pregunta de cuál de ellas implica un menor coste a la hora de calentar una vivienda o habitación, las de parafina y se posicionan en lo más alto: su combustible es relativamente económico y, al tener un gran calor específico, resultan más eficientes en términos de uso de la energía.
TIPOS DE ESTUFAS
Dec 06, 2023
1 minuto
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