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CINE-RETRO: 300

La historia de las Termópilas y la batalla de los 300 espartanos contra el ejército persa del rey Jerjes, es uno de esos momentos de la historia donde la leyenda se intercala con la realidad. Donde lo que realmente sucedió, se entremezcla con los mitos y leyendas en torno a aquellos 300 hombres que decidieron plantar cara al invasor y que, contra todo pronóstico, hicieron mella en el enorme ejército enemigo. Un relato que ha pasado por muchas miradas y versiones hasta que cayó en manos del autor de cómics Frank Miller, una de las leyendas de la viñeta, que adaptó lo que hicieron Leónidas y sus espartanos en un cómic que se convertiría en un enorme éxito también, lo que llevaría a la película de Zack Snyder. Pese al éxito de aquella novela gráfica, no fueron pocos los que acusaron a Miller de poco rigor histórico en su representación de la batalla de las Termópilas, y, la verdad, parece una acusación casi injusta en un relato que toma elementos fantásticos para contar la historia, que convierte a Jerjes en casi un dios, y que muestra una versión de la historia con un claro sentido del espectáculo. Quizá las palabras que más marcaron fueron las de Alan Moore, en torno a una frase de las viñetas que hacía referencia a los atenienses como amantes de niños, y que Moore criticaba porque los espartanos también practicaban la homosexualidad. Pero Moore hablaba de desconocimiento de la historia, no de homofobia…

Lo que sí sabemos es que el productor Gianni Nunnari es uno de los principales responsables de sacar la película adelante, cuando se empeñó en contar la historia de la batalla de las Termópilas, pero pronto descubrió que Michael Mann también trabajaba en un proyecto sobre el tema, adaptando el libro Gates of Fire, novela histórica de Steven Pressfield. A manos del productor llegó un ejemplar de la novela gráfica de Miller, que a su vez había sido inspirada por la película El león de Esparta, producción de Rudolph Maté que llegó a los cines en 1962, y que el dibujante y guionista vio con apenas seis años. A Nunnari la historia en viñetas le impresionó y adquirió los derechos para llevarla a la gran pantalla junto a otro productor, Mark Canton, contratando al guionista Michael B. Gordon para desarrollar el libreto, y, posteriormente, encontrándose con Zack Snyder y ofreciéndole la labor de director de la película, algo que aceptó en 2004. Curiosamente, antes de ponerse a dirigir Amanecer de los muertos, su debut como director de largometrajes, Snyder había intentado llevar a la gran pantalla el cómic de Frank Miller y que este fuese su primer proyecto para la gran pantalla, pero no lo consiguió hasta años después, con Nunnari y Canton como productores y con Warner Bros. respaldando el proyecto para llevarlo a los cines.

No fue un viaje sencillo porque, desde el inicio, Warner Bros. quería un proyecto PG-13, es decir, con una categoría de censura que permitiese a los adolescentes entrar en las salas de cine. Eso implicaba casi nada de lenguaje malsonante, nada de desnudos y poca o ninguna sangre en pantalla. También desde el inicio, Zack Snyder se negó en redondo a que la película fuese PG-13, empleando el material original como referencia para hacer hincapié en la importancia visual de la violencia en la película. Una violencia extremadamente estilizada y casi cercana al dibujo animado, pero imprescindible para el relato. Snyder ganó la batalla pero con ciertos costes. El presupuesto fue muy ajustado incluso para la época, con 65 millones de dólares, y la propia Warner Bros. esperaba que la película alcanzase unas cifras en taquilla similares a las de Sin City (otra adaptación de la obra de Miller), que con un presupuesto de 40 millones de dólares había recaudado casi 160 millones en todo el mundo, 74 de los cuales provenían del mercado norteamericano. Se equivocaban sobremanera con 300, que recaudó solo en Norteamérica los 210 millones de dólares, y una cifra total en todo el mundo superior a los 465 millones. Un éxito enorme para un presupuesto que multiplicó por siete en la taquilla. Aun así, los recortes de presupuesto hicieron que se reciclasen armas de producciones como Alejandro Magno para abaratar costes. Y, realmente, a pocos les importó la realidad histórica, porque lo que 300 reflejaba era una ficción con monstruos, seres de pesadilla, gigantes, colores imposibles y sangre generada por CGI. Que fuese o no históricamente precisa era lo de menos.

Para el rodaje de la película, Snyder estaba empeñado en encontrar un grupo de actores británicos que brillasen delante de las cámaras, pero que no fuesen demasiado conocidos por los espectadores. David Wenham venía de la saga de , mientras que Gerard Butler había tenido papeles secundarios en , o , siendo su papel en su principal rol protagonista. Estaba lejos de ser una estrella. Dominic West, que daría vida al pérfido Theron, era algo más popular gracias a su papel en la serie , y la futura estrella Michael Fassbender era un nombre desconocido en aquel momento. Eso si hablamos de los espartanos, en el campo del reparto femenino, Lena Headey, la reina Gorgo, tendría aquí el papel que la llevaría a la fama internacional también, algo similar a lo ocurrido con Rodrigo Santoro. El actor brasileño tenía una carrera de éxito en Brasil, ante todo en televisión, cas, y había llamado la atención en , pero le lanzó al mercado internacional. Eso sí, especialmente los espartanos lo pasaron realmente mal para llegar al rodaje de la película, porque fueron sometidos a un brutal entrenamiento por parte de Mark Twight. Al querer que los actores tuviesen siempre el pecho al descubierto, Snyder quería que tuviesen un físico espectacular, lo que llevó a lo que el propio Twight catalogaría como el entrenamiento más brutal al que jamás había sometido a nadie, incluido él mismo. Butler entrenó durante más de cuatro horas diarias durante cuatro meses para conseguir el físico necesario para dar vida a Leónidas, algo que recuerda como lo más duro que ha hecho en su vida.

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