La sociedad de la nieve
La sociedad de la nieve (España, 2023, 144 min.). Dir.:J.A. Bayona. Int.:Enzo Vogrincic, Agustín Pardella, Matías Recalt, Tomas Wolf, Diego Ariel Vegezzi. DRAMA.
En un fugaz instante de La sociedad de la nieve descubrimos entre las páginas de un libro, parte de la vida de uno de los futuros náufragos en los Andes, un fotocromo de Geraldine Chaplin en Doctor Zhivago. Más allá del ardid cinéfilo por el cual J.A. Bayona vuelve a tener a la actriz en sus películas, la elección de la obra maestra dirigida por David Lean en 1965 y la imagen de esa figura blanca de rostro luminoso, víctima inocente y silenciosa de una gran historia de amor marcada por un destino fatal que es la Tonya interpretada por la Chaplin, no es una casualidad. La sociedad de la nieveparece estar narrada por esa Tonya que comprende y acepta el dolor de la pérdida de Yuri y que no guarda jamás rencor a la amante de este, Lara. De hecho, su punto de vista es similar al de Doctor Zhivago:una historia íntima, dolorosa y níveamente luminosa contada por ausencias fuertemente presentes (buena parte de la acción nos llega desde la voz eterna de un muerto), como Tonya (y Lara) siempre están en la vital tragedia de Yuri. Si David Lean marcó el destino de Steven Spielberg (El imperio del sol,1987) y este el de Bayona (Lo imposible,2012), era cuestión de tiempo que el autor de Un monstruo viene a verme terminara bajo la luz de Lean, del grupo de supervivientes abandonados en el mar de Sangre, sudor y lágrimas(1942).
Cuerpo y alma. Con La sociedad de la nieve, J.A. Bayona nos regala su primera (excepcional) obra de madurez,lo que en alguien que ha sido cronista de aquello que debe desaparecer (morir) para que la vida pueda seguir adelante no deja de resultar coherente. Cuerpos y almas se funden de una manera magistral en la reconstrucción (desde el corazón y desde las tripas) del accidente aéreo de un avión uruguayo en los desolados parajes andinos. La carne se degrada, los supervivientes adelgazan, las heridas y la muerte se ceban en ellos, pero siempre hay luz en sus rostros (maravillosa fotografía de Pedro Luque), luz incluso en los restos humanos que no esconde, y una estremecedora comunión entre todo el grupo (esa última cena que cierra la película) que es la misma que logra Bayona con lo que cuenta, cómo (de aplauso) lo cuenta y con nosotros. Una oda a la vida, esperanzadora, en lucha y aceptación del dolor que la convierte en más valiosa.
La mirada de Tonya/Geraldine Chaplin, vestida de blanco y fundida con la nieve, en paz con un olvido que nunca