CUANDO PENSA-MOS EN REVOLUCIÓN O EN GUERRILLA NUESTRO CEREBRO SE INUNDA DE IMÁGENES EN-TRE LAS QUE NO FALTAN LAS DE ERNESTO GUEVARA, EL CHE. En especial una foto tomada en La Habana el 5 de marzo de 1960, cuando contaba treinta y un años; una imagen que le convirtió, definitivamente, en el símbolo de la juventud revolucionaria.
La verdad es que su vida, vista desde la distancia, parece una road movie sembrada de disonancias, desde aquel niño perteneciente a una familia burguesa que jugaba al polo en la Argentina de los años treinta el siglo XX, hasta el guerrillero en el que se convertiría tiem- po después y que, quizás, a día de hoy fuese etiquetado de terrorista. El revolucionario que recorrería el continente siendo derrotado en todos los frentes excepto en uno, en el de la muerte.
Su despertar político y social había germinado tiempo atrás, tras el contacto directo con el sufrimiento, la enfermedad, la pobreza y la explotación en la que estaba sumida la América Latina. Algunos de sus biógrafos defienden que el punto de inflexión en su biografía hay que buscarlo en auspiciado por Estados Unidos. Aquello sería el detonante ideológico, la semilla de la indignación social y la rabia, que se apoderaría de su alma para siempre.