No es solo uno de los mejores pasteleros del mundo, sino que es dueño de varios suculentos negocios: heladería y confitería con oferta de ‘chuches’, bajo la marca Rocambolesc, y el obrador-tienda de chocolate Casa Cacao. Pero Jordi Roca tira de buen humor para mostrar vía Instagram su ‘rutina’ mañanera de ejercicios “ahora que he decidido que quiero ser influencer” y que, eso sí, solo aplica el día 15 de cada mes. En pleno agosto, ironía y humor eran su receta para abordar la espinosa cuestión de la forma física, convertida en prioridad casi estratégica ahora que arranca septiembre.
Puede que la energía veraniega se mantenga momentáneamente viva gracias a recuerdos como una Escórpora a la parrilla en Toc Al Mar en Aiguablava, el Canelón de atún de Compartir en Cadaqués, las ‘Romanitas’ de cigalas rebozadas de Antonio en Zahara, el rodaballo de Kaia, el Rape a la cedeiresa de Badulaque, la Fideuá de langosta de El Cranc (Altea) o, por supuesto, el Bikini de salmón ahumado y caviar de Casa Jondal —que, de vuelta en la ciudad, sabemos que Rafa Zafra sigue despachando en la doble sede de Estimar—. ¿Esos guilty pleasures de