os vaivenes personales de Edgar Neville –de republicano ¿convencido? a diplomático al servicio del régimen–dejaron un rastro visible en el tono y el discurso de su filmografía, tan o más azarosa que la biografía del propio director madrileño. Sobrado de un agudo sentido del humor, como sus amigos Tono, Mihura y Jardiel Poncela, con quienes compartió puros y páginas en , es probable que Neville disfrutara jugando al despiste, para incertidumbre de
La torre de los siete jorobados (1944)
Sep 01, 2023
3 minutos
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