VO se estrenó en Montreal en 2009. El espectáculo es una colorida inmersión en un día en la vida de los insectos. Su creadora y directora, Deborah Colker, se inspiró en el mundo de los insectos Estaban aquí antes de nosotros y probablemente estarán después de que nos hayamos ido. Moriríamos sin ellos. Para mí, son una fuente de inspiración inagotable. Es un espectáculo acrobático que destaca la personalidad y habilidades únicas de determinadas especies de insectos y requería un ángulo muy abstracto para mí. Tenía que pensar qué sentía hacia una araña, por ejemplo. Cerraba los ojos y pensaba: una araña en mi imaginación es una mujer elegante y de largas extremidades. Fue en 1988, así que ya han pasado unos cuantos años [ríe]. Cuando era pequeña quería ser bailarina, pero a mi madre no le convencía esta idea porque creía que sería demasiado duro para mi cuerpo. A los nueve años me di cuenta de que me convertiría en diseñadora de moda. Un buen diseño tiene que ser estético y funcional porque si es bonito, pero no puedes levantar la pierna o los brazos, no tiene mucho sentido. Era importante crear disfraces con materiales elásticos, lo que permitía que los artistas se movieran con facilidad. Al principio, consideramos usar materiales biodegradables, pero finalmente optamos por el poliéster y la licra porque cumplen con este objetivo y, además, su longevidad los hacía más sostenibles a largo plazo. Diría que lo que define mi vestuario es la estructura sólida y, sin duda, los colores. No los elijo al azar: analizo qué tonalidad se adaptará al temperamento del personaje. El color tiene que tener sentido cuando lo miras y, de ser así, la audiencia también lo experimentará.
