el destino es caprichoso. Tenemos la suerte en Esquire de poder acceder, gracias a una red de contactos que ya quisieran para sí en el CNI, a los mejores nombres de las artes, el deporte, la política o los negocios. Casi siempre (ese ‘casi’ daría para escribir un libro) conseguimos nuestro objetivo. Otras veces, todo se queda en ese ‘casi’, porque algunos personajes son escurridizos como los caracoles que se intenta comer Julia Roberts en Pretty Woman. Sí, en esta profesión también hay mamones que resbalan, con todo el cariño. Y de repente, como por arte de magia, cuando ya has dejado de buscar el tesoro, una corriente de agua te deja en la orilla una botella de cristal con un mapa dentro y una X marcando el lugar en el que excavar.
Jared Leto (1971, Bossier City, Luisiana, EEUU) había sido un caracol hasta hace un par de meses. Durante varios años resultó infructuoso nuestro intento de vestirle, entrevistarle y fotografiarle. Alguna vez estuvimos cerca, pero nunca tanto como cuando, a mediados de mayo, recibí un correo electrónico seguido de una llamada telefónica: “¿Os interesaría entrevistar a Jared Leto para una portada en exclusiva en Esquire España?”. Evidentemente.
En esta ocasión la propuesta llegaba a través de una de las facetas más exitosas y reconocidas del artista, aunque quizá no tan mediática (al menos a este lado del Atlántico) como la que le une al cine y la televisión: la música. En concreto, el lanzamiento este 15 de septiembre de (Concord Records), el sexto álbum de estudio de Thirty Seconds to Mars, la banda que Jared y