LA BELLEZA ES UN ARMA de doble filo. Iván Sánchez empezó su trayectoria profesional en la rama del modelaje, pero su porte pronto hizo de él un poderoso reclamo para la industria televisiva y para lo más granado de la producción cinematográfica patria, que no duda en recurrir a su elegancia a la hora de pasear proyectos (propios y ajenos) en los festivales más reputados del mundo. Todo ello, obviamente, sin descuidar la interpretación: a su nutrida carrera televisiva segunda entrega de la adaptación de la trilogía superventas que ha conquistado a miles de lectores y espectadores. «Es una película con mucha acción y conflicto, fiestas, enfrentamientos entre adolescentes y bandas… Entre los hermanastros que se enamoran no hay consanguinidad, y la verdadera encrucijada la tiene la madre de ella, que viene de un pasado de violencia doméstica. Con su marido ya en la cárcel, conoce a mi personaje, rehace su vida con él y de repente aparece este romance entre sus hijos adolescentes, que amenaza la felicidad que tanto le ha costado alcanzar. Aunque entre los dos jóvenes no existan lazos de sangre, viven en la misma casa que sus padres, y socialmente es todo muy delicado». Se diría que no es tanto que los chicos hagan algo malo como que la sociedad lo ve así. ¿Confundimos la culpa con la vergüenza? ¿Hasta qué punto puede condicionarnos el qué dirán a la hora de seguir (o no) nuestros deseos? «La culpa cristiana es muy bestia y su sombra es muy alargada. Es complicado lidiar con ella, y siempre se ha tendido a callar. Hoy en día la gente está más dispuesta a abrirse, a confiar su intimidad o ir a un terapeuta, pero no hace tanto que eso te convertía en un bicho raro y no se hablaban los problemas en casa. Yo creo que la vergüenza habría que desterrarla. Deberían enseñárnoslo desde pequeños. La culpa sí puede valer, pero muchas veces uno se inculpa por el entorno y lo aprendido más que por uno mismo».
Un nuevo Iván
Aug 18, 2023
4 minutos
La culpa cristiana es muy bestia y su sombra es muy alargada. La vergüenza habría que desterrarla, deberían enseñárnoslo desde pequeños
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos