Los Yawuru, un pueblo de pescadores seminómadas que habitó durante miles de años en las costas de la región de Kimberley, en el noroeste de Australia Occidental, recuperaron sus derechos sobre sus territorios tradicionales recién en 2010, un logro que por generaciones pareció imposible.
Siglos atrás se les despojó de sus tierras y medios de vida, relegándolos, como a muchas otras naciones indígenas en el mundo, a la marginación y a la casi extinción de su cultura y tradiciones. No obstante, de alguna manera la esencia Yawuru sobrevivió. Tras 16 años de lucha en los tribunales, el gobierno australiano reconoció la conexión que esta tribu mantenía con las tierras y las aguas de sus ancestros, sobre las cuales se fundó la ciudad de Broome, pero que ellos aún llaman con su nombre original: Rubibi.
Mediante la llamada Ley de Títulos Nativos se ratificó su papel como propietarios tradicionales de unas 530 000 hectáreas de tierra en Rubibi y sus alrededores. El pacto les dio el poder de decidir y opinar en cuanto al uso y gestión de estos territorios, y contemplaba programas de capacitación, desarrollo y vivienda para la comunidad Yawuru. Este último punto generaba gran interés debido a la precaria situación de hacinamiento que sufría la población aborigen en la