Acomienzos del pasado mes de mayo, Geoffrey Hinton, conocido como el «padrino de la inteligencia artificial», se jubiló y, tras dejar atrás cinco décadas de trabajo, se sintió libre para hablar. Lo hizo para defender a Google, donde pasó la última década, al mismo tiempo que atacaba a Microsoft y sus «prisas» por liderar un mercado incipiente. Pero lo que más llamó la atención, en la entrevista que dio a la revista británica The Spectator, fue su pesimismo frente a los peligros que, dice, acarrea la IA: «Es la primera vez en la historia de la humanidad que estamos a punto de desarrollar algo más inteligente que nosotros», dijo. El lanzamiento de ChatGPT, financiado por Microsoft, fue el revulsivo que le hizo denunciar la irresponsabilidad de comercializar herramientas muy avanzadas de forma precipitada.
EL MIEDO DE HINTON SE BASA EN LA DUDA DE SI LOS ROBOTS del futuro harán lo que les pedimos si son más inteligentes que nosotros. Apenas un mes antes de esta entrevista, una carta liderada por empresarios como Elon Musk y Steve Wozniak y con cerca de mil firmantes pidió frenar el desarrollo de la IA durante seis meses para poner orden, unas reglas que den cordura a una carrera «sin control».
Para Antonio Bahamonde Rionda, catedrático de Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Oviedo, esa moratoria ya es papel mojado: «En realidad era una carta promovida por Google, que ya ha lanzado su versión, por lo