Flashback objetivo o externo
En el flashback externo ningún personaje ni ningún narrador omnisciente nos lleva al pasado: un ente objetivo lo hace. Así dicho parece no tener pérdida, pero a veces la diferencia entre objetivo y subjetivo no es tan evidente. En Adiós pequeña, adiós (2007) no hay recuerdos; solo imaginación. Presenciamos lo que en realidad ocurrió con la niña secuestrada, pero no porque unos testigos lo cuenten, sino porque el detective Patrick Kenzie ata cabos y se figura cómo pudo suceder. Algo parecido ocurre con la muerte de Sandoval en El secreto de sus ojos (2009). Se cuenta a modo de flashback, pero es Ricardo Darín quien lo conjetura. Nos aclara que podía haber sido así, o tal vez no. Lo cierto es que si se expone algo que no se ha contemplado, conviene cubrirse las espaldas.
Lo normal es no complicarse la vida y señalar el con el letrerito de toda la vida: los “diez años antes” del (1995) de Martin Scor- sese, por ejemplo. El anuncio constante durante los días previos al parece una redundancia innecesaria; en realidad, puede ser algo redundante aunque no innecesario. Para su último saludo en el escenario, Sidney Lumet exigió una estructura en s; es decir, jugar con el recurso y convertirlo en virtud. Efectivamente, para algunos el es un atajo; para otros es una oportunidad de hacer arte. La forma de crearlo, por supuesto, marcará el talento del director. En (1998), Steven Spielberg enfoca en primer plano los ojos de un anciano Ryan para adentrarse en su pírrico rescate. Aunque lo aparenta, no se trata de una evocación, ya que el joven soldado no participa en la odisea de su búsqueda. La sutileza de Spielberg había alcanzado ya su cenit unos años atrás, en 1993, cuando principió el largo de , encadenando el humo de una vela con el humo de la chimenea del tren que transportará a miles de judíos al campo de concentración de Plaszów.