El rugido ensordecedor de un avión de combate F/A-18 que aterriza y vuela frente a filas de Boeing 737 MAX nuevos interrumpe el silencio de una tarde helada de noviembre en el estado de Washington. En un hangar cercano se encuentra un avión blanco reluciente que podría significar un paso clave para eliminar estos jets y sus emisiones de gases de efecto invernadero: el Eviation Alice. El elegante avión bimotor es un híbrido entre un Cessna Citation y un globo con forma de animal, y se propulsa con la energía de baterías. En septiembre rompió un récord al convertirse en el avión eléctrico más pesado (unos 7.300 kilos) en volar.
Para Richard Chandler, inversor multimillonario de 63 años y residente en Singapur, al mando de Eviaton y MagniX, que fabrica los motores eléctricos de Alice, se trata de algo personal. Un tío del lado de la familia de su padre, George Watt, fue piloto de pruebas de la Fuerza Aérea Real durante la 2 Guerra Mundial y participó en el proyecto de desarrollo del primer avión con motor de propulsión a chorro de los aliados. Un tío del lado de su madre, Tony Guiña, es mecánico e inventor y estuvo trabajando en el desarrollo de motores eléctricos de mucha potencia. Chandler, que nació en Nueva Zelanda, estuvo evaluando usar esos motores eléctricos en los yipnis (colectivos) de Manila para reducir la contaminación, pero al final desistió porque se dio cuenta de que siempre serían demasiados caros para autobuses. En 2017, pensó que serían ideales para aviones.