“Podría contar el relato de mi vida a partir de obras importantes de arquitectura que me fueron marcando. Por ejemplo, nunca olvidaré una vez que fui de pequeña a la casa de un señor que hacía joyería y resultó ser la casa Ortega de Luis Barragán, que recuerdo a través de los tapetes, los colores de los muros y el jardín. Recuerdo también un hospital inolvidable que después averigüé que había sido diseñado por Pedro Ramírez Vázquez; una iglesia de Enrique de la Mora y un club de José Villagrán. Todas mis memorias están asociadas a la arquitectura, a lo que he visitado en viajes y a monumentos memorables, pero también a espacios cotidianos, casi anónimos o que no eran obras relevantes en su momento, pero después he descubierto que fueron realizadas por grandes autores”.
PARA FERNANDA —quien además de ser proyectista es curadora, investigadora, maestra y escritora—, la arquitectura es el elemento que define la relación entre las personas y el mundo, el espacio que delimita cómo interactuamos entre nosotros y con el medio ambiente.
Estudió la carrera en la Universidad Iberoamericana (donde se graduó