Apartir de 2015 en Estados Unidos el tema migratorio se posicionó como asunto de primerísima importancia en el ámbito político nacional, pero no de la manera correcta.
El entonces candidato a la presidencia de ese país, Donald Trump, descubrió que el discurso antiinmigrante, y específicamente antimexicano, tenía capacidad para revivir los genes del racismo y la xenofobia que lamentablemente han perdurado por décadas. Supo conducir esos extremos ideológicos hacia una exitosa agenda electoral y de gobierno basada en ese negativo perfil.
No había entonces grandes flujos de migrantes arribando a