Después de muchos años establecida en Bélgica, la arquitecta Daniela Rao Rubera regresó al mar de su infancia siguiendo una “llamada de lo salvaje” y lo que iba a ser su lugar de vacaciones se convirtió no solo en su residencia permanente,de principios del siglo XX encaramada en una colina, a medio camino entre las ciudades de Ispica y Pozzallo, en el extremo sur de Sicilia. Una antigua granja con vistas al mar y levantada en piedra de Modica que Daniela ha reconvertido, después de una transformación integral, en vivienda familiar y complejo turístico sostenible. Sin duda, la obra culmen de la arquitecta. Ejemplo de construcción tradicional, la constaba de dos edificios en forma de “L” y varios patios protegidos. El, utilizado en su día como corral para los animales de carga, alberga hoy una gran zona de estar, el comedor y el dormitorio principal de la casa. Y el edificio anexo, donde se producía el queso y se ahumaba lase ha destinado a las habitaciones de los huéspedes. La metamorfosis ha sido larga pero muy gratificante. Durante tres años se consolidaron las bóvedas de arquerías originales, se recuperaron los muros y los pavimentos y se ensancharon las ventanas para ganar luminosidad.
PUNTO Y APARTE
Jun 20, 2023
2 minutos
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